3/11/2010

Los campos son obligatorios...

Feliz onomástico a quienes hayan cumplido con esta cita anual
y de mi parte el correspondiente olvido
felicitaciones por este y demás motivos
disculpas por no aparecer en ninguna parte
por los pésames extraviados de sus muertos queridos
propios y ajenos
pero no dejo de querer a nadie
sólo que la existencia sigue siendo extraña
pero llena de cositas
y sin los domingos de antes ya no soy nadie
nadie soy para mí
aunque sí peor para los demás

3/07/2010

Un tema para escribir

Quiero escribir. Necesito hacerlo para disminuir la ansiedad que me acompaña esta noche. Llevo días inestable y reviso aquí y allá buscando un motivo. De fondo me acompaña el programa de radio que he sintonizado en una emisora nacional. Iba a escribir "no hay tema esta noche", pero me acuerdo de lo que he aprendido: los temas están allí y pueden ser pocos, el asunto es que el escritor los pueda agarrar y volver significativos. Por momentos creí encontrar un motivo en la fotografía de una calle de la ciudad que publica una poetisa amiga, y a la cual –a la fotografía- se le puede agregar un comentario, pero no, a los pocos instantes borro lo que he escrito, me resulta artificial, forzado... Era como algo crítico sobre la calle, sobre lo que llaman el espacio público… Bueno, listo ya está borrado, no pude por ahí…

Me voy a otro lado de esta página social en internet y descubro con alegría que acabo de ser “notificado” en los siguientes términos: “Ernesto McCausland aceptó tú solicitud de amistad”. De inmediato ingreso a su perfil y observo rápidamente sus fotos, todas ellas relacionadas con su oficio de periodista y director de cine. Se ve que se divierte con lo que hace y la pasa bien, me digo. Lo incluyo en mis notas Volver a escribir, Cuentos que motivan sueños y Luis Páez Barraza para que le lleguen y quizás de vuelta reciba un comentario. (A propósito de estas páginas sociales también en ella aparece registrado nuestro Gabo, hecho que dudo pero allí le voy siguiendo la corriente y ya le he enviado varios mensajes).

Por segundos me concentro en el diálogo de los que participan en el programa de radio. Hablan de los “compartimientos estancos” y afirma, contundentemente, uno de los periodistas “al niño de ciudad el mundo se le reduce al parqueadero del edificio”. Son las dos y treinta, anuncian la hora y pegan una cuña: ”Los colombianos son como el café…” Retoman el tema: “Los muchachos ya no juegan con otros niños, ahora hay una interacción a través del mesenger…”. – opina uno. “Ya hay un juego, Juan, en internet en donde el jugador entra a una escuela a matar otros niños, que le parece Juan…? “… Bueno, lo que a mí me parece problemático es que ya el padre no quiere tener al niño en la casa” “... pero, Juan, no es que los padres no quieran, es que no tienen quién se lo cuide, por eso se alegran cuando lo mandan todo el día a la escuela…”

Aquí me detengo y a preguntarme, ¿Entonces, escribo de McCausland o del tema que desarrollan en el diálogo del programa de radio? Lo resuelvo dejando ambas posibilidades pendientes…

Lo tarde de la noche, o lo temprano de la mañana -3:00 a.m.- me hacen caer en la cuenta que debo intentar dormir un poco pues dentro de unas horas debo participar en una capacitación de índole académica en la universidad Autónoma del Caribe. Sí, debo dormir un poco, me decido.

¿Y el tema? Aún no lo encuentro y reconozco que este malogrado intento no es suficiente pero en algo me ha aliviado y por lo menos percibo que dejo en borrador la posibilidad de un buen texto.

“…Un buen ciudadano, que sepa gozar…” “Yo creo que falta creatividad, una semana de libertad como esta debe aprovecharse…” “ Juan, yo creo que es hora de conversar con los oyentes…”

3/01/2010

Dos de la tarde

Dos de la tarde
Los últimos automóviles hace rato pasaron
ahora el domingo se ha quedado en silencio
mudo dormido
como una imagen congelada en el televisor
o como un hombre que se ha muerto sin darse cuenta
en una calle oscura lejos del mar y de los ruidos
Es domingo y descanso y agonizo en este cuarto sucio
en esta ciudad vacía
Ahora apago el radiecito con la canción en f.m. estéreo
y corro a la ventana y me asomo a la calle
en donde una pareja camina indecisa
y dos hombres barren la acera
y casi al mismo tiempo un auto cruza rápido
abriendo un agujero en el silencio
volando los papeles que los dos hombres habían amontonado
Ahora miro las azoteas llenas de ropa tendida al sol
y de antenas y cosas viejas
Y más allá de todo eso
veo el mar lejano y verde
Ahora pienso en la lejanía del norte
A decir verdad pienso mal
porque ese no es ningún mar
es un río gris y está casi al sur
En todo caso a mí me gusta entristecerme los domingos
y ver ese mar -ese río-
y ese norte -ese sur-
de sueños
de días inciertos
de mujeres idas
de nada entre las manos
Domingo, dos de la tarde tan lejos de todo

Dos de la tarde

Dos de la tarde
Los últimos automóviles hace rato pasaron
ahora el domingo se ha quedado en silencio
mudo dormido
como una imagen congelada en el televisor
o como un hombre que se ha muerto sin darse cuenta
en una calle oscura lejos del mar y de los ruidos
Es domingo y descanso y agonizo en este cuarto sucio
en esta ciudad vacía
Ahora apago el radiecito con la canción en f.m. estéreo
y corro a la ventana y me asomo a la calle
en donde una pareja camina indecisa
y dos hombres barren la acera
y casi al mismo tiempo un auto cruza rápido
abriendo un agujero en el silencio
volando los papeles que los dos hombres habían amontonado
Ahora miro las azoteas llenas de ropa tendida al sol
y de antenas y cosas viejas
Y más allá de todo eso
veo el mar lejano y verde
Ahora pienso en la lejanía del norte
A decir verdad pienso mal
porque ese no es ningún mar
es un río gris y está casi al sur
En todo caso a mí me gusta entristecerme los domingos
y ver ese mar -ese río-
y ese norte -ese sur-
de sueños
de días inciertos
de mujeres idas
de nada entre las manos
Domingo, dos de la tarde tan lejos de todo